La fiesta del Bautismo del Señor
La fiesta del Bautismo del Señor es la fiesta de nuestro bautismo. De poco serviría celebrar el bautismo de Jesús y el inicio de su vida pública, si no recordáramos que nosotros también hemos sido “renovados” con nuestro bautismo y reafirmados en la fe con nuestra confirmación. De nada serviría recordar el Bautismo de Jesús, si no fuera para que cada uno recuerde su propio bautismo.
¿Cuántos de nosotros celebran cada año el día de su bautismo con más solemnidad que el día de su cumpleaños? ¿Cuántos tienen apuntada la fecha de su bautismo y de su confirmación entre las fechas significativas de su vida?
No por ser bautizados y confirmados o por haber nacido en una familia cristiana o por pertenecer a alguna organización religiosa (parroquia, grupo, asociación, etc.) podemos decir que tenemos fe.
La fe es mucho más que una simple pertenencia o cumplimiento de leyes y obligaciones y oraciones diarias. La fe es compromiso concreto en la construcción del Reino de Dios, es entrega por amor al bien de todos los hermanos, especialmente de los más necesitados y de los que aún no conocen el Evangelio.
En los textos clásicos de la catequesis se hace una interesante distinción a propósito de la fe recibida con nuestro bautismo. Se dice que existe una fe “funcional” y una fe “personal”.
Esta fe “personal” es la de quien busca y encuentra la Persona de Cristo dentro de sí y en su vida diaria y es el tipo de fe que necesita todo apóstol, discípulo misionero y persona comprometida en la construcción del Reino y en el anuncio del Evangelio.
No faltarán oportunidades para entrenar mucho más nuestra fe personal en compromisos concretos de amor y de servicio, siendo testigos visibles y creíbles en nuestra familia o comunidad y donde quiera que el Señor nos mande.
La fe es algo que se busca y se merece como gracia de Dios. Si uno la busca, Dios no se la niega.
Esta es la fe que tanto necesita el mundo de hoy, una fe personal y comprometida, porque basada en el testimonio de nuestra vida de cada día.
Una fe que ha empezado su aventura precisamente el día en que Juan el Bautista se encontró con Jesús en el Jordán y lo bautizó. Y Jesús a su vez nos ha enviado a todos: “Vayan y hagan discípulos… bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo…” (Mt 28, 19-20).
Aquí se fundamenta nuestra vida, coherente y comprometida, más fraterna y más feliz!
Cada uno de nosotros lo sabe: sólo debería dejar que Dios sea Dios en su vida de cada día.
( Father Gaetano Beltrami, a Comboni missionary priest )
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