Encuentros en el desierto …
Las lecturas de la liturgia en este periodo de cuaresma nos muestran el Éxodo de los de los judíos en el desierto durante el largo viaje en el desierto.
Es un camino difícil y hostil, con pruebas y sacrificios, renunciamientos y esperanzas.
¿Quién entre nosotros no se siente en este desierto? ¿Cuántas situaciones nos ponen a prueba?
¿Cuántas veces nos sentimos abandonados, excluidos, tenemos miedo de hacer frente al futuro y dudamos de la intervención divina en nuestras vidas?
A pesar de esto no estamos solos en este camino, Dios mismo hecho hombre quiso enseñarnos que con la oración y el ayuno el desierto se convierte en el lugar de purificación y de crecimiento en la fe.
Como Jesús en el desierto podemos rezar y descubrir de nuevo la esencialidad de una relación entre Padre e hijo, de un tiempo y lugar que puede parecer estéril, pero contiene la necesidad reciproca de amarse y de tener confianza.
En el desierto para ayunar de todo lo que nos aleja de Dios. Eliminar todo lo que no nos permite dedicar nuestro tiempo al Señor o que nos desvía del camino que nos confía.
En la aridez del mundo para combatir el maligno renunciando a nuestro egoísmo, a todas las maquinaciones diabólicas que quieren contaminarnos para autodestruirnos. En el sacrificio final de la Cruz para dar todo y para consolidar el Pacto de Amor encerrado con la Sangre de Cristo para nuestra salvación.
Dios nos ha dado su Hijo, que se ha dado el mismo. ¿Ahora, que estamos dispuesto a dar?
26/27/28 de febrero de 2016
37ma Maratón Internacional de Oración para los que sufren
En el desierto…hacia ti Señor
Pero Sion dijo: Me dejó el Señor,
y el Señor se olvidó de mí.
¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz,
para dejar de compadecerse del hijo de su vientre?
Aunque olvide ella,
yo nunca me olvidaré de ti.
Isaia 49:14-15
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