4. La espera y el deseo
Para sumergirse en la auténtica oración se requiere de un enfoque preliminar, un ‘sine qua non’: estar delante de Dios, en condición de ‘indefensos’ sin protección, sin pensamientos ni deseos propios. Orar es permanecer delante de Dios sin ideas preconcebidas, planes o expectativas. Si simplemente permanecemos en Él con todo nuestro ser Él puede tomar posesión de nosotros. Este es su mayor deseo, pero también debería ser el nuestro. Si tienes el deseo de que Dios tome posesión de ti, entonces ya estás en oración. Y la actitud del campesino a quién el Santo Cura de Ars le preguntó qué estaba haciendo sentado solo en la iglesia delante del tabernáculo:” Yo le miro y él me mira “, fue su respuesta. Esta simple mirada es el regalo de permanecer en Dios, en oración. Es un deseo de una conversación amorosa con el Señor, de escuchar la voz del Esposo que viene (cf. Sg ss 2,8) en la soledad y recogimiento de espíritu.
En esta ‘inmersión’ también puede ser útil el rezo de las jaculatorias frecuentes. La oración no necesita palabras, porque es amor, es el deseo de Él, es permanecer en Él, en calma interior. Así que cuando estamos a punto de orar, necesitamos unos minutos para ponernos en una actitud de paz interior, el silencio no puede ser realizado sin la comunión con Dios
Esta espera no es pasividad simple, sino que está llena de deseo por el objeto amado, con el fuego de la unión con él. San Ambrosio, en su tratado sobre la virginidad, muestra a las almas consagradas una manera segura de ponerse en contacto con el Esposo:
Enciérrate en tu habitación y no dejes de tener fijo el pensamiento en Cristo, incluso de noche. De hecho, mantente en todo momento a la espera de su visita. Esto es lo que desea de ti, por eso te ha elegido. El entrará si encuentra tu puerta abierta. Estate seguro, te ha prometido venir y no faltara a su promesa. Cuándo has intentado abrazarlo, familiarizarte con Él, serás. Iluminado. No dejes que se aleje ¿Cuáles son los medios por los cuales retendrás a Cristo? No con la violencia de las cadenas, no los cables estrechos, sino con los lazos de amor, los lazos del espíritu que mantiene el amor del alma
Y el ardor de la novia del Cantar de los Cantares, que no tiene miedo de buscarlo constantemente desafiando el peligro y el sufrimiento, porque desea que lo dirija hacia el santuario más íntimo de su ser (cf. Cant 3:4). Un alma enamorada se convierte en un reto para muchos, mientras que las almas tibias, no son la mejor invitación para amar a Dios (continuará)
Laila Lucci,
Bible Teacher and professor of Hebrew Bible and S. Writing at the ISSR Rimini is the author of several essays and books, among whic are included: Witnesses of the Risen.
Paths of Lucan pneumatology, Pazzini, Verucchio (RN) 2007
Commentary to exegetical-theological “Wisdom Books” in The Bible VVV, S. Paul, Cinisello Balsamo 2009;
Introduction, translation and commentary on Joel, S. Paul (NVAT), Alba 2011;
Introduction, translation and commentary on Amos, S. Paul (NVAT), Alba 2012
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