¿Y si nuestros sueños no son los de Dios?
“En verdad os digo: si no cambiáis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. ”
A menudo nos preguntamos el significado de estas palabras, a menudo nos encantaría volver a ser niños, o al sueño de una infancia más feliz y despreocupada, donde el juego y la realidad se mezclan ya que no hay límites para los sueños.
¿Qué vas a ser cuando seas grande?
¿Todavía recordamos lo que hemos respondido a esta pregunta?
¿Cuántas de esas respuestas han cambiado y siguen siendo deseos … qué es lo que Dios tiene para nosotros?
Al aconsejarnos Jesús el ser como niños nos sugiere que volvamos a soñar y abandonarnos plenamente a la voluntad de Dios. De niños no podíamos desear el mal o algo que va en contra de la pureza y la lealtad. Cuando niños teníamos un corazón incorrupto porque nuestros ángeles en los cielos ven siempre el rostro del Padre (Mateo 18:10)
Acoger el Reino de Dios como niños que confían ciegamente, necesitados de ser amados para aprender a amar.
En el plan divino de la salvación como en nuestra vida hay tantas preguntas y tantas las vías que nos llevan a cambiar nuestros sueños acorde a nuestra pequeñez humana y no al más grande proyecto de amor de Dios.
Desde la joven María de Nazaret, San José, los muchos santos contemporáneos, los mártires cristianos del 2015, a las 800 y más vidas hundidas en el mar de Sicilia hace unos días. Todo el mundo tenía un sueño: una vida mejor, la felicidad (Papa Francesco 19/04/2015)
¿Cuál puede ser la respuesta a todo esto como nuestros sueños interrumpidos o cambiarse en un modo menos trágico?
¿Qué respondería un niño?
La respuesta directa es dada por la joven Virgen María
“He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra” Lc.1,38
Pedimos al Señor Jesús comprender, vivir y amar su voluntad en nuestras vidas
27a Maratón Internacional de la oración
28-29-30 Abril 2015
Hágase tu voluntad.
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